Se confirmaron las versiones: el Cabildo designó efectivamente
una junta de gobierno presidida por el virrey e integrada por cuatro vocales:
los españoles Juan Nepomuceno Solá y José de los Santos Inchaurregui y los
criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra, burlando absolutamente la
voluntad popular. Esto provocó la reacción de las milicias y el pueblo.
Castelli y Saavedra renunciaron a integrar esta junta Muchos como el coronel
Manuel Belgrano fueron perdiendo la paciencia. Cuenta Tomás Guido en sus
memorias "En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor
del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en
la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias
observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a paso
acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entró al
comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una mirada en derredor
de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: "Juro a
la patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato
el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis
armas."
Por la noche una delegación
encabezada por Castelli y Saavedra se presentó en la casa de Cisneros con cara
de pocos amigos y logró su renuncia. La junta quedó disuelta y se convocó
nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente.
Así recuerda Cisneros sus últimas horas en el poder:
"En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta del Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte del pueblo no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las armas, que pedía mi absoluta separación y que todavía permanecía en el peligro de conmoción, como que en el cuartel de Patricios gritaban descaradamente algunos oficiales y paisanos, y esto era lo que llamaban pueblo, (..). Yo no consentí que el gobierno de las armas se entregase como se solicitaba al teniente coronel de Milicias Urbanas Don Cornelio de Saavedra, arrebatándose de las manos de un general que en todo tiempo las habría conservado y defendido con honor y quien V.M las había confiado como a su virrey y capitán general de estas provincias, y antes de condescender con semejante pretensión, convine con todos los vocales en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno."
Así recuerda Cisneros sus últimas horas en el poder:
"En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta del Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte del pueblo no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las armas, que pedía mi absoluta separación y que todavía permanecía en el peligro de conmoción, como que en el cuartel de Patricios gritaban descaradamente algunos oficiales y paisanos, y esto era lo que llamaban pueblo, (..). Yo no consentí que el gobierno de las armas se entregase como se solicitaba al teniente coronel de Milicias Urbanas Don Cornelio de Saavedra, arrebatándose de las manos de un general que en todo tiempo las habría conservado y defendido con honor y quien V.M las había confiado como a su virrey y capitán general de estas provincias, y antes de condescender con semejante pretensión, convine con todos los vocales en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno."
No hay comentarios:
Publicar un comentario